Un imparcial Vista de devocion admirable de los 7 dolores de maria santisima

La Inmaculado dijo a Santa Brígida de Suecia: «Miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos.

Para rezar este Rosario, es necesario contar con un rosario tradicional y seguir los siguientes pasos:

Haced, Madre mía, que la aspecto lastimosa del desangrado cuerpo de Jesús mi salvador hiera el mío con un vivísimo dolor de acontecer renovado tan acerbos tormentos; haced que la sangre de Jesús mi salvador limpie y enardezca mi corazón hasta ahora tan corrompido y tan frío; haced que su suplicio y vuestros dolores me muevan a dolor y penitencia de mis culpas, a fin de que regenerado por la divina Gracejo os acompañe compasivo, y logre consolaros a fuerza de afecto, rendimiento y agradecimiento.

Considera, alma piadosa, el tristísimo cuadro de soledad y desolación de María que hogaño se ofrece a tu contemplación, sepultado el sacrosanto cuerpo de Jesús tu redentor. Después que la dolorida e inconsolable Origen hubo desahogado un tanto la desarrollo de su dolor sobre el inanimado cuerpo del Hijo descendido de la cruz, lamentando amargamente el bárbaro estrago que los hijos del pecado habían hecho en aquel cuerpo impecable y adorabilísimo, los piadosos varones José y Nicodemo, tras haberlo embalsamado, suplicaron compasivos a la Origen afligidísima que les permitiese darle sepultura antes que cerrase la Confusión.

Como se puso de pie a los pies de la cruz, traspasada por la espada del dolor, mirando los Luceros de su hijo.

Es una forma de meditar en los dolores de María y encontrar inspiración y fortaleza en su ejemplo de Certidumbre y entrega.

Doncella María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te repararíFigura caducar de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor.

Inexplorado María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que Cuadro creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, a posteriori de ocurrir sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún longevo sería el dolor espiritual por ser una desaire y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor .

Creo que las mujeres que tienen la dicha de ser madres, y han tenido aún la oportunidad de, como la Doncella María, sentir la pérdida de un hijo, son las que mejor pueden comprender y advertir una profunda devoción alrededor de los siete dolores de la Santísima Doncella María y unirse a ella rezando y meditando en ellos cada vez que les es posible.

Las lágrimas de la Inmaculado pertenecen al orden de los signos: testimonian la presencia de la Raíz en la Iglesia y en el mundo. Una origen llora cuando ve a sus hijos amenazados por algún mal, espiritual o físico.

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¡Ay, dulce Madre!, traspasad mi corazón culpado con aquella espada agudísima que desgarró el vuestro al pie de la cruz de vuestro Hijo solicitante de aprecio y de dolor por mí, miserable y desagradecido pecador… Yo soy… ¡oh! sí, yo soy el reo de su atroz suplicio: yo soy quien desprecio e insulto a cada paso el sobresaliente sacrificio de bienquerencia que hizo por mi eterna salvación. Yo me junto a cada instante con la turba de verdugos deicidas que le crucificaron.

¡al ver su comienzo taladrada por agudísimas espinas; su divino rostro salpicado aoraciones de mortandad y empañado por el polvo e inmundas salivas; sus ojos amortecidos; su cuerpo magullado a golpes, cubierto de llagas de vanguardia a pies, sin figura de hombre, y en medio de la gritería y enfurecimiento de aquella muchedumbre sedienta de la sangre del Justo!

De este modosteme en todas mis acciones, sobre todo en la hora del sufrimiento y en la hora de mi muerte, a fi n de que, viviendo en la constante fi delidad a tu servicio, pueda merecer por la imitación de tus virtudes, participar eternamente de tu felicidad y de tu empíreo en el gloria después de haberme unido a tus dolores en esta tierra. Triunfadorí sea.

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